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Hoy, te traigo en este blog, el método que utilizo yo para escribir todos mis libros. Quizás a ti te parecerá fácil, o incluso a mí, ahora me puede parecer de cajón. Sin embargo, para llegar a él, no te creas que fue fácil para mí.

Te lo cuento en fases.

Los libros llaman a tu puerta para ser escritos. O a tu cabeza. Si no los escribes tú, otra persona los escribirá. 

En mi caso surgen normalmente de una necesidad propia. A veces de una necesidad del pasado que no tuve cubierta, en la que no encontré el libro que necesitaba exactamente en este momento. O incluso, en ocasiones surgen del libro que necesito para mí en el presente (como Ojalá no digas Ojalá). 

Una vez, que tengo claro cuál es el tema empieza la primera fase. Consiste en hacer una lista de temas que quiero que contenga el libro. Da igual el orden. Es tan solo una serie de puntos que considero fundamentales para el tema que estamos tratando. Esta fase puede durar lo que quieres que dure. Puede durar un día, o una semana, o tres meses. Suelo hacerlo en un papel de estraza, y si puedo hacerlo con amigos o colaboradores muchísimo mejor. 

La segunda fase es la escritura. Me siento a escribir un libro malo. Sí, has oído bien. Uno de los problemas que me impedían escribir al principio es que pensaba escribir un libro bueno y eso me paralizaba. Sin embargo, escribir un libro malo me da alas y me permite que la creatividad fluya sin problema. En esta fase marco como objetivo «x» palabras al día y no levanto el culo de la silla hasta que tengo ese número de palabras. No hace falta que sean seguidas, pueden estar disgregadas: algunas en el primer apartado y otras en el último. 

¿Qué cuántas palabras? Pues algo sensato, muy sensato, para mí son 3.000 palabras al día. Sin embargo, tengo que reconocer que en alguna ocasión he superado con creces ese número de palabras. En este punto es muy importante que tengas un amigo al que contarle cuántas palabras llevas y te diga «muy bien».

¿Qué cuántas palabras tiene que tener un libro? Cuando empecé a escribir me marcaba unas 50.000 palabras. Sin embargo, la tendencia en estos años es a libros mucho más cortos. Hay libros incluso que salen con 20.000 palabras. En los últimos me marco esas 20.000 aunque suelen terminar con unas cuántas más: rozando las 30.000 palabras. Fíjate que a 3.000 palabras diarias en tan solo 10 días tienes ya un buen manuscrito.

Una vez que tengo más o menos un libro malo en el que cuento todo lo que pienso que es importante, cierro el libro durante un tiempo. Es importante coger distancia entre el libro y tú. Si no lo haces, no puedes mirar tu trabajo con perspectiva. Ese tiempo durará también lo que necesites: días, semanas o incluso meses. 

La siguiente fase consiste en abrir ese libro y revisarlo. Cada vez que abro un libro después del tiempo de incubación, pienso «¡qué horror!, ¿cómo voy a publicar un libro así?» En ese momento me siento y lo reviso entero: cambio párrafos de lugar, reviso el hilado, la coherencia y voy arriba y abajo hasta que encontrar ese momento en que ya me siento orgullosa del libro.

Luego vienen los lectores beta. Le presto el libro a algunos colegas, para que lo critiquen, si se entiende, si no, si echan algo en falta, o se aburren en algún punto. Algunas veces modifico el libro con esas propuestas, otras en cambio considero que me gusta más tal y cómo está. Sin embargo, las escucho y agradezco todas y cada una de ellas. Nada sería yo sin mis lectores beta. 

Por último, el libro va a corrección. Mi correctora favorita es Silvia Díez. Además es una gran experta en libros de coaching, porque además de corregir los míos ha trabajado con otros muchos coaches. Siempre digo que donde yo siembro flores ella hace jardines. 

Luego ya queda el resto, maquetación, portada y publicación. Este es mi proceso y espero que te sirva, al menos para no tardar 10 años en escribir ese libro que está llamando a tu cabeza. ¿Lo oyes? ¡¡Escucha atentamente!!

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