Seguro que tienes un bosque cerca. Si no un bosque, como mínimo un parque. Hoy quiero invitarte a visitarlo. A visitarlo con otros ojos.
Puedes empezar a mirarlo de lejos. Incluso antes de llegar. Párate unos instantes y observa. Fíjate en los detalles, en cómo tantas cosas caben en una palabra: bosque. Puedes mirar cómo las copas de los árboles se dibujan en el cielo azul. Cómo los troncos sostienen el verde, que se impulsa hacia el sol.
Ahora puedes acercarte despacio. No es lo mismo un bosque desconocido, que uno conocido. Si es un bosque desconocido seguro que primero explorarás el terreno. Quizás decidas caminar por las sendas ya marcadas por otros. O quizás no, quizás decidas caminar por lugares que no han sido pisados hace tiempo. Si es conocido, la inercia es más probable que marque tus pasos.
Te invito ahora a elegir un árbol, el que tú quieras. Obsérvalo. Fíjate en el tronco, en su forma. Imagina cuántos círculos habrán dibujado los años en su interior. Observa la forma de su copa, desde donde salen la ramas, y en cada una de ellas los brotes que germinan, sigue con la mirada hasta el final, recorre sus hojas. Coge una de ellas, una que haya caído del árbol. Observa sus detalles, las vetas que la dibujan, sus colores.
En los últimos años se han ido haciendo populares los baños de bosque: abrir los sentidos y dejar que la calma y la serenidad que transmite la tierra y la vegetación formen parte de las personas que los practican. Prueba ahora. Cierra los ojos. Huele. Deja que el aroma del lugar invada tus sentidos. Escucha. Fíjate en todos aquellos sonidos que te llegan, quizás el sonido del viento susurrando entre las hojas de los árboles o los pájaros. Busca las sensaciones que te inspira todo aquello en tu interior.
En ese momento tú también eres bosque. ¿Quieres verlo? Puedes salir de tu cuerpo con tu imaginación y observar desde arriba. Perderte cada vez más alto, mientras vas viendo como tu imagen se hace cada vez más pequeña, hasta que ya solo puedas ver el bosque. Luego puedes volver a bajar, y antes de volver a tu cuerpo, puedes realizar un vuelo rasante, haciendo piruetas, fijándote en los detalles a tu paso.
La escucha activa se parece, para mí, a esa forma de observar el bosque.
La escucha activa consiste en mirar al cliente desde todos esos puntos de vista. Viéndolo de forma sistémica, pudiendo aislar sus formas de funcionar, de reaccionar en el mundo. Consiste en no dejar que la inercia dirija los pasos de tu exploración como coach, sintiendo curiosidad, desde los detalles hasta las perspectiva. Explorando el significado de las palabras, quizás como si fuera una palabra nueva, nunca antes escuchada. De la misma forma que observas el árbol, con todos sus detalles, como si nunca antes lo hubieras visto.
Tiene que ver con el contexto del cliente, el lugar en el que se mueve. Observar de la misma forma que has hecho con el bosque. Entrenar la mirada para percibir a tu cliente, en ese sistema. Viendo cómo se relaciona, tratando de ser uno más y uno mismo a la vez, de mantener su identidad a la vez que encuentra su lugar. Ser capaz de ver qué le ha llevado hasta aquí, a funcionar de ese modo. De reflejar ese funcionamiento, para que el cliente pueda ser consciente y tomar decisiones.
Tiene que ver con lo que está pasando en ese momento. Con lo que dice y con lo que no dice. Con ser capaz de ver, de detectar los cambios de energía, las señales no verbales, las emociones. Seguirlas. Quizás como seguir al jilguero hasta su nido, o un caminito de hormigas hasta su nido. Seguir sus huellas para que descubran nuevos lugares, o quizás su origen o un tesoro, una información valiosa camuflada por la rutina.
Tiene que ver con ser capaz de ver el bosque, el árbol, la rama, la hoja, con tener la mirada sistémica unas veces, atenta a los detalles más mínimos otras.O con las dos cosas a la vez. Con tener la sabiduría y la soltura para poder desarrollar diversas miradas, o la que hace falta en cada momento. Con la humildad del que nada sabe para reconocer la inmensidad del ser humano. Con la curiosidad del explorador. Con el respeto de quien ama la naturaleza, de quien la conoce, con explorar sin invadir.
Porque la escucha activa tiene que ver con la forma en que el coach escucha al cliente y lo que hace con aquello que escucha. Contar la escucha activa utilizando el bosque, tiene que ver con hablar de conceptos a veces tan complejos y abstractos de una forma diferente, que te inspiren a sentir, percibir o ser consciente de si estás o no escuchando activamente a tu cliente. Hablar de la escucha activa, o de cualquier otra competencia utilizando metáforas o analogías, te inspira en tu camino hacia la excelencia, porque te aporta perspectiva.
¿Y tú? ¿Cómo quieres contarte la escucha activa?
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